jueves, 6 de mayo de 2010

La persecución a la intelectualidad. I año medio

Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, París había sido considerada durante décadas el centro de la vida cultural de Europa y, por encima de todo, la gran metrópoli del arte. Sus terrazas y cafés, las buhardillas de Montparnasse y las galerías de Montmartre acogían a creadores venidos de todas partes, en una efervescente conjunción de estilos y tendencias en la que se daban cita los más diversos movimientos vanguardistas. De repente, todo ese mundo se vino abajo. Resulta difícil calibrar en todo su alcance la honda angustia que supuso para los artistas e intelectuales que residían allí, o que llegaron huyendo de la persecución nazi, la caída de ese último gran santuario europeo de la cultura a consecuencia de la ocupación alemana.

Rosemary Sullivan (Montreal, 1947), profesora de literatura canadiense en la Universidad de Toronto, autora de varios libros de poesía, ficción, biografía y crítica literaria, ha escogido un breve, pero intenso fragmento de esa turbulenta historia de huidas y exilios de la intelligentsia europea para componer un sugestivo relato, que nos acerca a aspectos poco conocidos de tan desgarradora experiencia. Basándose fielmente en los testimonios autobiográficos de algunos de los protagonistas (a veces incluso con excesiva literalidad, como en el caso del texto de Mary Jayne Gold, Crossroads Marseilles 1940), su obra cuenta cómo un grupo de jóvenes norteamericanos y franceses decidió arriesgar su vida para salvar a figuras como André Breton, Max Ernst, Víctor Serge, Marc Chagall, Remedios Varo o Hannah Arendt, amenazadas por el Tercer Reich.

Uno de esos jóvenes, Varian Fry, llegó a Francia en agosto de 1940, como representante del Comité de Rescate de Emergencia fundado en los Estados Unidos por exiliados europeos. Junto a la rica heredera Mary Jayne Gold, Miriam Davenport y Danny Bénédite, alquiló a finales de octubre una preciosa mansión de mediados del XIX a las afueras de Marsella, para poner en marcha desde allí una ruta clandestina de huida del país. Villa Air-Bel fue por un tiempo un refugio relativamente seguro para pensadores y artistas, ubicada como estaba en la zona de Vichy, donde eran menos frecuentes las deportaciones. La villa llegó así a convertirse en un insólito lugar de convivencia, debate y creación artística, relativamente a salvo de los horrores de la ocupación nazi. Con una equilibrada combinación de tratamiento histórico e invención dramática, en la que tampoco faltan dosis de intriga y romance, Sullivan evoca los numerosos avatares de la vida en Villa Air-Bel entre 1940 y 1941.

El libro comienza precisamente con el relato de un agónico y, a la postre, frustrado intento de fuga, un mes antes del comienzo de aquella experiencia: el protagonizado por el filósofo Walter Benjamin, ayudado por Luisa Fittko, al tratar de escapar de Francia por los Pirineos, tras una agotadora travesía de diez horas hasta alcanzar Port-Bou justo en el fatídico momento en que se prohibía la entrada en territorio español a personas sin nacionalidad francesa. Incapaz de ver escapatoria alguna, Benjamin se suicidó esa misma madrugada. Sullivan condensa simbólicamente en el episodio de la muerte del pensador frankfurtiano el funesto destino al que se sintieron abocados los intelectuales europeos perseguidos por el nazismo cuando cayó el que parecía su último refugio, Francia. Ese derrumbe fue mucho más brutal e inesperado de lo que hoy podemos imaginar. Uno de los méritos de esta obra es su perspicacia al describir dicha situación.

Era un mundo ciertamente convulso el que circundaba a aquella Francia de finales de los años 30, con el ascenso al poder de los regímenes de Franco, Hitler y Mussolini. Pero París seguía creyendo que podía ser una fiesta. La guerra española sólo era a fin de cuentas una “guerra civil”, no una Gran Guerra (El capítulo “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” denuncia sin ambages la actitud cínica del gobierno francés y su trato inhumano a los refugiados españoles). Incluso tras la invasión de Polonia y la declaración de guerra a Alemania, la vida continuaba como casi siempre en Francia. Se confiaba ciegamente en la línea Maginot, mientras Maurice Chevalier cantaba “Paris será toujours Paris” y Jean-Paúl Sartre patinaba históricamente al decir: “ésta será una guerra moderna, sin matanzas, tal y como la pintura moderna no tiene tema, la música moderna, no tiene melodía, y la física moderna no trata de la materia sólida”.

Los alemanes lo tenían más claro. Y Sullivan, con buen criterio, destaca como uno de los momentos cruciales en los preparativos del régimen nazi para su ofensiva contra la vieja Europa la exposición muniquesa de 1937 sobre “Arte degenerado”. A su juicio, mucho más que un ataque personal contra el arte moderno por parte de ese aspirante frustrado a artista que fue Hitler, la campaña orquestada por Goebbels contra dicho arte constituía un brillante golpe propagandístico, en el que se aprovechaba el sentimiento de incomprensión e incomodidad de la gente corriente ante esas obras extrañas para encauzar sus recelos frente a un enemigo fantasma. La guerra sin cuartel contra esa especie “degenerada” de hombres había comenzado.

En el relato de Sullivan -que dice más de lo que cuenta meramente- cobran especial fuerza estos dos elementos: el derrumbe de la potente ilusión de seguridad vivida anteriormente por Francia y la honda significación del virulento rechazo nazi al arte europeo del momento. Precisamente por ello adquiere mayor valor y sentido aquel singular modo de resistencia que supuso el que ese nutrido grupo de refugiados siguieran desarrollando sus prácticas y experimentaciones artísticas en Villa Air-Bel (tal como recoge la foto de un árbol en el que cuelgan cuadros de Max Ernst, o la invención de un nuevo juego de cartas, el “juego de Marsella”, y demás juegos surrealistas comandados por Breton). Sería una óptica estrecha la que interpretase estos gestos como una especie de huida infantil, como un rechazo a enfrentarse a la dura realidad. Nada más lejos de lo cierto. Casi todos los habitantes de la villa habían experimentado en sus propias carnes la represión totalitaria. Estando allí se vieron sometidos también a vigilancias, registros, detenciones y amenazas constantes. Si aquellos intelectuales europeos escaparon de veras del nazismo, aun en medio del imponente dominio ejercido por éste, fue porque no desertaron de su quehacer más esencial; porque con su negativa a oscurecer la vida, a suprimir su dimensión abierta y de disfrute, plantaron cara a la barbarie, ejerciendo su libertad.

Al igual que hicieron aquellos jóvenes héroes norteamericanos que les ayudaron a sobrevivir. Varian Fray llegó con una lista de doscientas personas que rescatar y un mes de permiso en el trabajo. Permaneció más de un año en Francia, perdió su archivo visado, arriesgó su vida, fue encarcelado y reiteradamente hostigado por el gobierno colaboracionista de Vichy hasta que éste, en connivencia con el consulado norteamericano, le obligó a abandonar el país en septiembre de 1941, tras haber salvado con su equipo a más de dos mil personas. “Entre los refugiados cautivos en Francia -declaró- había muchos escritores y artistas cuya obra yo había disfrutado. Ahora estaban en peligro. Me sentí obligado a ayudarlos si podía; tal como ellos, sin saberlo, a menudo me habían ayudado a mí en el pasado”. También esa suerte de espléndida gratitud merece sin duda ser rescatada del olvido. Como la propia Villa Air-Bel, derribada en 1970 para construir un complejo de viviendas. Este libro nos recuerda que una vez existió un lugar así.
“Atrapados en una gigantesca trampa”
Carta de Varian Fry, el libertador de Villa Air Bel, a su mujer
En 1940, a los pocos días de su llegada a Francia, Varian Fry escribió a su esposa: “Me gustaría que todo el mundo en EE.UU. llegara a ser consciente de cuáles son las verdaderas víctimas del bloqueo de fondos. No son, desde luego, los alemanes, ni siquiera los franceses, sino los refugiados no franceses. Ellos están atrapados en una de las trampas más gigantescas de la historia. No se les permite abandonar Francia, en Francia no pueden trabajar ni, por lo tanto, ganar dinero, no pueden conseguir acceder a fondos procedentes de París ni de Londres, ni de Nueva York; están condenados literalmente a morir aquí [...]. Los franceses no están más preparados para el fascismo que los estadounidenses; diría que bastante menos, dado que son el pueblo más urbano y cosmopolita del mundo, y el fascismo no es nada de eso. Decenas de ellos me han dicho que la única esperanza de Francia es la victoria de Inglaterra. La gente te pregunta angustiada cuánto falta para que EE.UU. entre en la guerra y ayude a Inglaterra a salvar a Francia…Trabajar ayudando a la gente es demoledor. [...] Curiosamente, aunque cada día presencio situaciones horrorosas, me encanta el trabajo. El placer de poder ayudar aunque sea a un puñado de personas más compensa el dolor de haber abandonado a otras”.

sábado, 24 de abril de 2010

Volcanismo y revoluciones Séptimo Básico

Colegio Santo Tomás Ñuñoa
Departamento de Historia
Profesor Santiago Urzúa


Los registros geológicos e históricos son vitales para evaluar la frecuencia y magnitud de estos eventos y para elaborar y calibrar modelos de computación sobre el uso del arsenal nuclear.

Por ejemplo la erupción del volcán islandés Laki de 1783 lanzó a la estratosfera (entre 12 y 50 kilómetros) tal cantidad de dióxido de azufre que causó frío, oscuridad y sequía al producir gotas de ácido sulfúrico que bloquearon la luz solar, afectando fotosíntesis y cosechas, generando sequía y hambrunas en Francia y Japón y drásticos descensos de temperatura en India. El Misisipí se congeló y se señala que el malestar social en Francia por la ruina de la agricultura y la hambruna es parte del proceso que desembocó en la revolución de 1789. Laki generó trastornos globales y la experiencia se repite: por ejemplo, a 1816 se le conoce como el año sin verano: la temperatura mundial se desplomó luego de estallar un año antes el Monte Tambora en Indonesia. Se bloqueó la luz solar y en el noreste de Estados Unidos nevó en junio y cayó granizo todo el año.

La erupción en Eyjafjalla es significativa ya que según geólogos como Patrick Wu, de la Universidad de Alberta, Canadá, el calentamiento global está incidiendo en la lucha constante, histórica, entre el hielo y la actividad volcánica. Bill McGuire, del University College de Londres, profesor de riesgos geológicos, había advertido sobre la posibilidad de que Islandia convierta al mundo en un infierno porque el equilibrio entre el empuje del magma y la presión del hielo está siendo afectado por el cambio climático: en los últimos 40 años se derritió 5 por ciento de los glaciares.

A más de inquirir sobre los efectos del deshielo en la actividad volcánica, debemos reconocer que la cantidad de ceniza que en cuatro días canceló 63 mil vuelos es sólo una pequeña muestra de lo que ocurriría en una guerra nuclear. Por 25 años se han elaborado estudios para determinar los efectos de largo plazo sobre el medio ambiente si en un conflicto fuese usado el arsenal nuclear de Estados Unidos y Rusia. Tal suceso acabaría con la humanidad: experimentos en las poderosas computadoras de la NASA mostraron que aún un primer ataque exitoso de Estados Unidos o de Rusia (es decir, sin que uno u otro pueda responder) ocasionaría una catástrofe mundial que aniquilaría la agricultura y la civilización. Así lo indican Alan Robock y Brian Toon (Scientific American, enero 2010) entre los principales expertos en el impacto climático de una guerra nuclear y advierten que aún una guerra regional entre India y Paquistán, en la que se usaran 100 bombas de 15 kilotones sobre sus megalópolis (el 0.4 por ciento de las 25 mil ojivas en los arsenales del mundo) además de 20 millones de bajas por la explosión, los incendios y la radiación, lanzaría a la estratosfera suficiente hollín que se diseminaría por el globo en 10 días con permanencia ahí de una década, bloqueando la luz solar y calentando la estratosfera causando una destrucción masiva del ozono. Por el colapso agrícola, en países sin autosuficiencia alimentaria ¡las bajas por hambruna ascenderían a mil millones!
Quienes creen que con el fin de la guerra fría aminoró el riesgo de guerra nuclear, mejor revisen su optimismo: vivimos en tiempos del peak oil, en medio de dos guerras donde está más de 60 por ciento de la reserva mundial de petróleo convencional; después de firmado START, Estados Unidos persiste en peligrosos despliegues anti-balísticos en las narices de Rusia; amenaza a Teherán; e Israel, con 80 ojivas nucleares, afina un ataque contra Irán, con alto riesgo de intensificación bélica. El caos y desgaste humano y económico de la semana pasada es muestra infinitesimal de un invierno nuclear.

domingo, 4 de abril de 2010

Las cruzadas Octavo año Básico


Las Cruzadas. Octavo año básico
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares comúnmente sostenidas por motivos religiosos llevadas a cabo por han parte de la Europa latina cristiana, en particular, de los francos de Francia y el Sacro Imperio Romano. Las cruzadas con el objetivo específico para restablecer el control cristiano de Tierra Santa se libraron durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291. Otras campañas en España y en Europa oriental continuaron hasta el siglo XV. Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también varias campañas se hicieron contra los eslavos paganos, judíos, los cristianos ortodoxos griegos y rusos, los mongoles, los cátaros, husitas, valdenses, prusianos, y principalmente a los enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la penitencia por los pecados del pasado, a menudo llamada como indulgencia.
Básicamente, parece que fueron motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se declararan con principio y objeto de recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas, una vez conquistada Jerusalén, abusaban sin piedad.
Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas, aunque en muchos casos se puede suponer también un verdadero fervor religioso.
Las Cruzadas fueron expediciones emprendidas en cumplimiento de un solemne voto para liberar los Lugares Santos de la dominación musulmana. El origen de la palabra se remonta a la cruz hecha de tela y usada como insignia en la ropa exterior de los que tomaron parte en esas iniciativas.
Para poder comprender qué razones tenía la historia de Europa y del Oriente Próximo para tomar semejantes rumbos, debemos remontarnos a los años inmediatamente anteriores al comienzo del fenómeno cruzado y ver qué estaba sucediendo en el mundo de aquel entonces.
En torno al año 1000, Constantinopla se erigía como la ciudad más próspera y poderosa del mundo conocido. Situada en una posición fácilmente defendible, en medio de las principales rutas comerciales, y con un gobierno centralizado y absoluto en la persona del Emperador, además de un ejército capaz y profesional, hacían de la ciudad y los territorios gobernados por ésta (el Imperio bizantino) una nación sin par en todo el orbe. Gracias a las acciones emprendidas por el Emperador Basilio II Bulgaroktonos, los enemigos más cercanos a sus fronteras habían sido humillados y absorbidos en su totalidad.
Sin embargo, tras la muerte de Basilio, monarcas menos competentes ocuparon el trono bizantino, al tiempo que en el horizonte surgía una nueva amenaza proveniente de Asia Central. Eran los turcos, tribus nómadas que, en el transcurso de esos años, se habían convertido al Islam. Una de esas tribus, los turcos selyúcidas (llamadas así por su mítico líder Selkup), con todo el fanatismo de los recién conversos, se lanzó contra el "infiel" Imperio de Constantinopla. En la batalla de Manzikert, en el año 1071, el grueso del ejército imperial fue arrasado por las tropas turcas, y uno de los co-Emperadores fue capturado. A raíz de esta debacle, los Bizantinos debieron ceder la mayor parte de Asia Menor (hoy el núcleo de la nación turca) a los selyúcidas. Ahora había fuerzas musulmanas apostadas a escasos kilómetros de la misma Constantinopla.
Por otra parte, los turcos también habían avanzado en dirección sur, hacia Siria y Palestina. Una a una las ciudades del Mediterráneo Oriental cayeron en sus manos, y en 1070, un año antes de Manzikert, entraron en la Ciudad Santa, Jerusalén.
Estos dos hechos conmocionaron tanto a Europa Occidental como a la Oriental. Ambos empezaron a temer que los turcos fueran a engullir lentamente al mundo cristiano, haciendo desaparecer su religión. Además, empezaron a llegar numerosos rumores acerca de torturas y otros horrores cometidos contra peregrinos en Jerusalén por las autoridades turcas. La paciencia iba a agotarse en algún momento.
La Primera Cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa entre cristianos y musulmanes inspirada por el papado. Ya durante el papado de Alejandro II, éste predicó la guerra contra el infiel musulmán en dos ocasiones. La primera ocasión fue durante la guerra de los normandos en su conquista de Sicilia, en 1061, y el segundo caso se enmarcó dentro de las guerras de la Reconquista española, en la batalla de Barbastro de 1064. En ambos casos el papa ofreció la Indulgencia a los cristianos que participaran.
En 1074, el papa Gregorio VII llamó a los milites Christi ("soldados de Cristo") para que fuesen en ayuda del Imperio bizantino tras su dura derrota en la batalla de Mantzikert. Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a Tierra Santa durante el siglo XI y a los que la conquista de Anatolia había cerrado las rutas terrestres hacia Jerusalén, sirvieron para enfocar gran parte de la atención de occidente en los acontecimientos de oriente.
En 1081, subió al trono Bizantino un general capaz, Alejo Comneno, que decidió hacer frente de manera enérgica al expansionismo turco. Pero pronto se dio cuenta de que no podría hacer el trabajo solo, por lo que inició acercamientos con Occidente, a pesar de que las ramas occidentales y oriental de la cristiandad habían roto relaciones en 1054. Alejo estaba interesado en poder contar con un ejército mercenario occidental que, unido a las fuerzas imperiales, atacaran a los turcos en su base y los mandaran de vuelta a Asia Central. Deseaba en particular usar soldados normandos, los cuales habían conquistado el reino de Inglaterra en 1066 y por la misma época habían expulsado a los mismos bizantinos del sur de Italia. Debido a estos encuentros, Alejo conocía muy bien el poder de los normandos. Y ahora los quería como aliados.
Alejo envió emisarios a hablar directamente con el papa Urbano II, para pedirle su intercesión en el reclutamiento de los mercenarios. El Papado ya se había mostrado capaz de intervenir en asuntos militares cuando promulgó la llamada "Tregua de Dios", mediante la cual se prohibía el combate desde el viernes al atardecer hasta el lunes al amanecer, lo cual disminuyó notablemente las contiendas entre los pendencieros nobles. Ahora era otra oportunidad de demostrar el poder del papa sobre la voluntad de Europa.
En 1095, Urbano II convocó un concilio en la ciudad de Piacenza. Allí expuso la propuesta del Emperador, pero el conflicto de los obispos asistentes al concilio, incluido el Papa, con el Sacro Emperador Romano Germánico, Enrique IV (quien estaba apoyando a un anti Papa), primaron sobre el estudio de la petición de Constantinopla. Alejo tendría que esperar.

• La sociedad europea, en su devenir, había ido acumulando un considerable potencial bélico. Por otra parte, el Islam se había erigido en un peligroso y fuerte enemigo. Ambas cosas se aunaron y dieron origen a las Cruzadas, proyectadas por la Cristiandad Occidental para salvar a la Cristiandad Oriental de los musulmanes. El resultado, sin embargo, quedó lejos de los propósitos y, en puridad, el movimiento cruzado, considerado históricamente, fue un fracaso discutible (aunque más de cien años de comercio demuestren lo contrario).
• Steven Runciman lo resume así: Cuando Urbano II predicó su magno sermón en Clermont, los turcos estaban a punto de amenazar el Bósforo. Cuando el Papa Pío II predicó la última cruzada, los turcos estaban cruzando el Danubio. Rodas, uno de los últimos frutos del movimiento, cayó en poder de los turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las guerras con Egipto y Génova, y anexionada finalmente a Venecia, pasó a ellos en 1570. Todo lo que quedó para los conquistadores de Occidente fue un puñado de islas griegas que Venecia mantuvo precariamente en su poder.
• El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de la cristiandad, y por la acción de los Estados a quienes atañía más de cerca, Venecia y el Imperio de los Habsburgo, con Francia, la antigua protagonista de la guerra santa, ayudando a la guerra contra el infiel de modo continuo.
• Hubo ocho cruzadas desde el siglo XI hasta el siglo XIV.

Los pueblos germanos Octavo Básico


Los Pueblos Germanos crean Europa

La presión que los pueblos germanos ejercieron sobre las fronteras del Imperio Romano, durante varios siglos, tuvo como consecuencia la fusión de la cultura aportada por estos pueblos con la existente en el mundo romano. Conocer cómo se produjo esta incorporación cultural ayuda a comprender nuestra cultura actual, ya que en este hecho se pueden encontrar las bases de la civilización europeo-occidental.
Los pueblos germanos, llamados por los romanos «bárbaros», procedían del norte de Europa y fueron descendiendo, en sucesivas oleadas, hacia el Sur. Poco a poco, se situaron en los bordes exteriores del Imperio Romano. Estos pueblos tenían una organización muy diferente a la del mundo romano. Constituían pequeños grupos o tribus mandados por un jefe militar que era nombrado por una asamblea de guerreros.
La tribu se gobernaba mediante la costumbre, convertida en ley. Estos pueblos se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y a la ganadería, y apenas conocían la artesanía.
Sus creencias se fundaban en la adoración a las fuerzas de la naturaleza y sus santuarios estaban en el fondo de los bosques. El dios Wotan recibía en el paraíso (Valhalla) a los guerreros muertos. Durante bastante tiempo, germanos y romanos convivieron con relativa calma, pero en el año 476 d.C. invadieron Italia y el último emperador romano fue depuesto por Odoacro, uno de los jefes germánicos.
Los pueblos germanos se extendieron por los territorios que pertenecían al Imperio Romano de Occidente: Galia, Hispania e Italia y formaron reinos. En la actual Francia, la Galia romana, se asentaron los francos y constituyeron un extenso reino, cuyo primer rey fue Clodoveo (482-511 d.C.). Este se convirtió pronto al cristianismo y encontró el apoyo de la Iglesia.
Italia fue invadida por los ostrogodos, después de la caída del Imperio. Su rey más importante fue Teodorico, quien instaló su capital en Rávena e intentó imitar las formas de vida y de gobierno de los romanos. Estos pueblos fueron sustituidos más tarde por otros nuevos invasores, llamados lombardos. La península Ibérica fue el asentamiento de diferentes pueblos desde el año 409. Los suevos, vándalos y alanos permanecieron poco tiempo, pero sometieron al país a continuos saqueos. Los visigodos penetraron en Hispania hacia el año 415, al mando de Ataulfo que actuaba como federado de Roma. A la caída del Imperio Romano, Eurico se consideró como el primer rey visigodo independiente. Alarico fue derrotado por los francos de Clodoveo por lo que tuvieron que instalarse definitivamente en Hispania.
A mediados del siglo VIII, los francos constituyeron un importante reino, cuyo gobierno estaba en manos de los mayordomos, en los que habían delegado su autoridad los reyes francos. Fue uno de estos mayordomos, Pipino el Breve, quien inauguró la nueva dinastía carolingia con la aprobación del papa Esteban II y de los nobles francos.
El hijo de Pipino, Carlos El Grande, Carlomagno, coronado rey el año 768, gobernó ya sobre un extenso territorio, y emprendió una serie de campañas de conquista contra sus vecinos: los lombardos de Italia que, por segunda vez, habían invadido las tierras de la Iglesia, donadas por su padre al Papa; los sajones del Este, dirigidos por Widukind; los musulmanes de la península Ibérica; los bávaros.. En el 795, había conquistado todas las tierras situadas entre la antigua Galia y las otras dos grandes potencias: el Imperio Bizantino y el Imperio Islámico. A partir de entonces, la prudencia aconsejó a Carlomagno iniciar una política de diplomacia con sus poderosos vecinos.
El papa León III le coronó emperador el día de Navidad del año 800. Se convirtió, así, en el primer emperador de Occidente desde el 476.

La obra de Carlomagno
La preocupación de Carlomagno por organizar sus extensos dominios y por el desarrollo cultural de su pueblo, fue constante. Para hacer llegar su presencia a los lugares más remotos, nombró a los missi dominici, “emisarios de su señor”, que actuaban en su nombre. Fijó las fronteras del reino con la creación de marcas, al frente de las cuales estaban los marqueses, y dividió el territorio en condados, en los que el conde era el lugarteniente del rey.
En el 794, hizo de Aquisgrán la capital del reino. Su preocupación intelectual le llevó a reunir en la corte a sabios y poetas. El inglés Alcuino de York dirigió la escuela del palacio, a la que asistían los hijos del emperador y los funcionarios de la Corte Grande. Fue el llamado Sacro Imperio Romano.

El Cristianismo
La difusión del Cristianismo comienza al interior del Imperio Romano. Hitos importantes en este evento son el Edicto de Milán (313) promulgado por Constantino quien establece la tolerancia religiosa en el Imperio Romano y el Edicto de Tesalónica (380), del emperador Teodosio quien con su edicto proporcionó las bases suficientes para que el cristianismo emergiera como religión oficial del Imperio. Con esto el paganismo comenzó a ser perseguido y la Iglesia pasó a participar en los asuntos públicos del poder temporal. Este fue el primer paso para que el cristianismo sea determinante en la conformación religiosa y cultural de Europa y logrará que su visión del mundo fuera el elemento unificador de la Europa medieval.
Luego de la caída del Imperio Romano en el 476, Europa se inundo de pueblos paganos de origen indoeuropeo (germanos), posteriormente estos pueblos se convertirán al cristianismo gracias al ímpetu evangelizador de la iglesia, por lo que pese a sus desiguales desarrollos posteriores compartirán una cosmovisión común basada en su fe cristiana.
El monaquismo, se constituyó en el fenómeno más interesante de expansión y difusión del Cristianismo al mismo tiempo fue una de las principales herramientas para la conversión de los paganos. Introducido desde Oriente a partir del siglo V, sin atenerse a una regla o patrón fijo, se difundieron diversos modelos monásticos en la Europa bárbara. Tal es el caso de la conversión del mundo celta irlandés en manos de San Patricio (389-461). Por otro lado San Benito de Nursia (480-547), en el 529 fundó el monasterio de Casino, donde escribió su regla (534), que daría origen al código ético más importante al interior del clero regular, la regla benedictina que preconizaba un estilo monástico comunitario, moderado, práctico, alejado de los modelos ascéticos e individualistas del Oriente y de Irlanda. La comunidad monástica estaba dirigida por el abad, quien asumía las funciones de padre, admitiendo la clientela de campesinos próximos al monasterio. El monasterio se constituía en verdadero polo de atracción de la vida en la época.

El aporte cultural de la Iglesia
Como se ha esbozado este fue un período de gran trascendencia, ya que La iglesia y el cristianismo transportaron los elementos culturales germanos y romanos sincréticamente al Mundo Medieval. Algunos de los legados culturales de la iglesia son:
Las escuelas monásticas y clericales continuaron difundiendo la herencia clásica. Así los monasterios occidentales enfatizarán la educación intelectual sobre la moral como elemento indispensable para el estudio de las Sagradas Escrituras. De ésta forma, estas escuelas mezclan aportes literarios con la instrucción moral y religiosa.
La escolástica fue la doctrina filosófica en boga en la Edad Media, que utilizó la razón para entender la teología. La Escolástica sustentaba que la razón no se divorciaba de la fe, pues ambas procedían de Dios. En la construcción de este movimiento religioso destaco Santo Tomás de Aquino.
Muchas Universidades fueron creadas o protegidas por la iglesia como la de Bolonia en Italia. Las Universidades permitieron el desarrollo de un tipo de enseñanza superior especialmente en teología, medicina, derecho y filosofía.
La arquitectura Románica y Gótica. El Románico surgió en Italia a finales del siglo X. Las iglesias románicas presentaban un aspecto sólido y macizo, en cuyo interior existía una luz de penumbra que reafirmaba la idea de contemplación y recogimiento. El gótico se desarrollo desde mediados del siglo XII. La expresión clásica fue la catedral, su estructura pretendía simbolizar la fragilidad d humano y su relación con Dios.

La importancia política del papado
El clero ocupó un lugar privilegiado en la sociedad medieval, no sólo porque fue la institución más sólida y mejor organizada de la Edad Media sino que también por la riqueza que concentro y por el dominio que tuvo sobre la cultura. Este poder social también se manifestó en la esfera política, el papado con el paso del tiempo pasó a ser el elemento legitimador del poder temporal de monarcas y emperadores, con lo que consiguió convertirse en un elemento central del juego político. A modo de ejemplo en el año 751 el Papa Esteban II reconoció a Pipino como rey de los Francos a cambio de protección militar. Carlo Magno fue coronado emperador por el Papa León III sellando la alianza política entre el poder temporal y el espiritual. Paulatinamente el accionar político de los obispos que estaban diseminados por Europa se fue acrecentando, iniciándose una serie de disputas con los reyes y príncipes.
Ocurrió que en aquellos lugares donde el poder del monarca era más centralizado el accionar de los obispos estuvo subordinado a él, por lo que muchos gobernantes nombraban personalmente a los obispos de sus dominios. Evidentemente que esta situación afectaba la autoridad Papal, por lo que comenzó un arduo conflicto entre los monarcas y el Papa. ¿Quién debe nombrar a los obispos? Fue en el Sacro Imperio Románico Germánico donde el conflicto entre el poder temporal y el espiritual alcanzó los niveles más álgidos, este hecho que se conoció como Querella de las Investiduras enfrentó al Papa Gregorio VII y al rey Enrique IV. El Papa desconoció la jurisdicción del rey en el nombramiento de autoridades religiosas iniciándose un largo conflicto que terminó resolviéndose por medio del Tratado de Worms en 1122, este estableció que solo la iglesia podía entregar la investidura eclesiástica.

El Islam
Arabia es una península en su mayor Arabia es una península en su mayor parte desértica, habitada hasta el siglo VI por pastores organizados en tribus, que marchaban tras sus rebaños, y por grupos de mercaderes, conductores de las caravanas que atravesaban la península. Fueron estos mercaderes, traficantes de las rutas comerciales entre el Extremo Oriente y el Mediterráneo, quienes iban a iniciar la nueva historia del pueblo árabe. En la ciudad de La Meca, situada en una encrucijada de caminos, establecieron su centro político. El santuario de la Kaaba la convirtió en un centro religioso, al que acudían miles de peregrinos para adorar la famosa «piedra negra», que la tradición árabe asociaba con el judío Abraham.
Mahoma (o Mohamed) nació en La Meca, en una familia de mercaderes. En contacto con los judíos y cristianos conoció la Biblia; le impresionó la idea de una vida futura y comenzó a dar forma a una nueva religión, el Islam (sumisión a Dios), cuyos seguidores se llamaron musulmanes (creyentes).
Los pobres y los esclavos de La Meca acogieron con esperanza las palabras del profeta, pero los ricos comerciantes temieron por sus negocios, que se desarrollaban en torno a las constantes peregrinaciones. Cuando Mahoma prohibió la adoración de ídolos, los dirigentes de La Meca rechazaron la nueva doctrina. Mahoma tuvo que huir de la parte desértica, habitada hasta el siglo VI por ciudad de Medina. Esta huida -la Hégíra-, ocurrida el 16 de julio del año 622, marca la fecha utilizada por los musulmanes como punto de partida de su calendario. Mahoma, se convirtió en el jefe político y religioso de la cada vez más numerosa comunidad árabe-musulmana.
A la muerte de Mahoma en el 632, Arabia era ya, en su mayoría, musulmana. Sus sucesores tomaron el título de califa (sucesor del Enviado de Dios) e iniciaron la expansión territorial. A mediados del siglo VII, Irak, Siria, Persia y Egipto habían sido conquistadas.
Mientras se realizaban conquistas y el botín era abundante, los árabes se mantuvieron unidos. Pero interrumpida la conquista, la anarquía se extendió por el país. Con la llegada al califato de la familia Omeya, procedente de Siria, resurgió el afán expansivo. Los nuevos califas trasladaron la capital a Damasco, en Siria, centro de los países conquistados a los bizantinos. Copiaron de éstos su modelo de organización militar y su administración territorial. Las conquistas Omeyas se dirigieron hacia tres puntos: por el Oeste, conquistaron el Norte de Africa, la península Ibérica y Sicilia; por el Este, consiguieron llegar a la India, y por el Norte, se dirigieron hacia Bizancio, que no pudieron conquistar.
En el 750, una revuelta iniciada en Persia expulsó a los Omeyas del califato. La nueva dinastía de los Abbasidas emprendió la reorganización del territorio y, bajo la influencia persa, el califato Abbasida se transformó en lujo y boato propio de estos monarcas. Trasladaron la capital a Bagdad.

La doctrina Musulmana La religión predicada por Mahoma tuvo una gran difusión entre las gentes sencillas, debido a la fácil comprensión de sus preceptos. Un sólo Dios, Alá, es el dueño del mundo, comunica a los hombres la ley y les dicta su comportamiento. La fe y la sumisión son las bases principales de la religión.
Las raíces de la religión islámica hay que buscarlas en el judaísmo y en el cristianismo; la historia de Alá sigue un esquema dado en la Biblia y la preocupación por el juicio final y la salvación pesa también sobre la conciencia musulmana. Mahoma es un profeta como Jesús, Moisés o Abraham.
La doctrina está contenida en el Corán, libro sagrado que contiene las predicaciones de Mahoma, recogidas por sus discípulos. Es un conjunto de creencias, obligaciones religiosas, reglas de vida social, etc., que los creyentes deben cumplir. Junto al Corán hay otro libro, la Sunna, que contiene las vivencias y pensamientos del Profeta. La interpretación del mensaje religioso de estos libros dio origen a la aparición de dos sectas (sunnitas y shiitas) que tuvieron repercusiones políticas al apoyar respectivamente a los Omeyas y a los Abbasidas.
Los siguientes son las normas de conducta que debe cumplir todo musulmán:
Para el Islam es imprescindible orar cinco veces al día, mirando en dirección a la Meca.
El ayuno completo se practicaba en el mes sagrado de Ramadán.
La peregrinación a la Meca había de celebrarse por lo menos una vez en la vida.
La Guerra Santa se entendía como deber colectivo para conseguir que los infieles aceptaran el dominio del Islam. Fuera de la comunidad de creyentes estaban los infieles, quienes tenían dos opciones: la conversión o la esclavitud.
En otro aspecto se consolidaron prácticas cotidianas específicas en torno a la alimentación, como la prohibición de comer cerdo o bebidas alcohólicas fermentadas, y las relativas a la higiene.

La Cultura
Los árabes crearon una notable civilización, que fue capaz de incorporar elementos griegos, persas y de la India los que posteriormente lograron difundir por la península Ibérica y por el norte de África. El árabe se convirtió en la lengua literaria y común del mundo islámico, este fue un proceso relativamente rápido debido a su capacidad para sintetizar aportes culturales complejos y heterogéneos. Así se explica la multiplicación de las traducciones, la
Fundación de bibliotecas y la divulgación del pensamiento filosófico y científico helénico.
En el plano científico fueron difundidos nuevos elementos del álgebra y trigonometría, como el cero (de origen indio). Consiguieron sustanciales avances en cartografía, medición de meridianos y en el uso del astrolabio. Realizaron nuevas observaciones químicas y médicas. Practicaron la alquimia, desarrollaron la astrología y la magia. Su aporte científico a Europa, entre los siglos VIII al XII, fue particularmente trascendente para la estructuración de la cultura occidental.

El Feudalismo Octavo año Básico



El Feudalismo

Durante los siglos IX al XI, el occidente de Europa sufrió una última oleada de invasiones: los musulmanes atacaban por el Sur las costas del Mediterráneo, los normandos invadían las tierras ribereñas del mar del Norte (en 1066 ocuparon Inglaterra) y los húngaros presionaban en el Este. Aunque estas invasiones tuvieron consecuencias menos graves que las provocadas por los germanos en el siglo V, contribuyeron de modo decisivo a hacer de Europa un mundo de campesinos, y de la tierra la única riqueza.
En los señoríos territoriales, o feudos vivía la mayoría de los habitantes de Europa occidental. El feudo era una gran propiedad constituida por tierras de cultivo, bosques y pastos. Pertenecía a un señor (noble o eclesiástico) y estaba dedicado a la explotación agraria por campesinos en régimen de servidumbre.
El territorio del señorío estaba dividido en dos partes:
• La reserva, formada por las mejores tierras y explotada directamente por el señor. En ella, se encontraban la vivienda señorial y las instalaciones de uso común: molino, horno, fragua, etc.
• Los mansos eran parcelas de terreno, separadas de la reserva, que se entregaban a los campesinos para que las cultivasen durante toda su vida.
La entrega de tierras se hacía mediante un contrato (encomendación) que creaba unas obligaciones personales entre el propietario y el campesino. El señor debía al campesino protección y ayuda en épocas de hambre. El campesino debía entregar al señor parte de la cosecha o del ganado y realizar para él un trabajo personal.. Por este contrato, el campesino renunciaba a su libertad y se convertía en siervo del señor.
La entrega de parte de la cosecha o de ganado (censos en especie) se realizaba en fechas determinadas: un cordero en Pascua, pollos en Navidad, etc. Las prestaciones personales eran jornadas de trabajo en la reserva del señor: cultivar los campos, transportar mercancías, etc.
Los señoríos cultivaban todo lo que necesitaban y el comercio se redujo considerablemente, limitándose a los productos de lujo para uso de los señores y a ciertos productos de gran necesidad, como la sal.
CASTILLO
TIERRAS
COMUNALES
RESERVA
SEÑORIAL
ALDEA
MANSOS

ESTRUCTURA DE UN FEUDO
El señorío jurisdiccional, apareció cuando los señores además de tener el control de la producción agraria, obtuvieron de los reyes otros derechos que antes habían ejercido sólo los monarcas. Eran el derecho para administrar justicia en sus tierras; dictar normas o reglamentos para el uso de los molinos y hornos, etc.; estos bienes, que eran propiedad del señor, debían ser utilizados por los campesinos mediante el pago de una tasa. Igualmente el señor cobraba tasas por circular por los caminos o cruzar los puentes de sus territorios.
Los beneficios obtenidos de los mansos y el cobro de estas tasas constituyeron las rentas señoriales. Muchos señores aumentaron sus rentas gracias a la roturación de bosques para crear nuevas tierras de cultivo, a la aplicación de avances técnicos en sus tierras, como el arado de vertedera, el atalaje y el uso de la herradura en los animales de tiro, y a la construcción de nuevos molinos, hornos, caminos, etc.
Los campesinos, al solicitar la protección del señor, renunciaban prácticamente a su libertad. Solamente los dispuestos a servir al señor con las armas podían dejar a salvo su libertad personal. Se convertían en sus vasallos: a cambio de su ayuda militar, el señor les entregaba un feudo (tierra) para que viviesen de él y para que sirviera de garantía de la prestación del servicio de armas al que se obligaban. Así, el lazo personal de dependencia, que unía a un hombre con otro, incluía también la propiedad de la tierra, ya que si no cumplía la prestación era desposeída de ella.
Este sistema (tierra a cambio de defensa armada, grandes derechos sobre las personas y lazos personales que ligaban a señores y vasallos) fue la base de lo que se ha llamado feudalismo.

VASALLO SEÑOR
FEUDAL
•PROTECCIÓN:
ECONÓMICA
MILITAR
•AYUDA
•CONSEJO
•PAGO IMPUESTOS
•TRABAJO

LAS RELACIONES FEUDALES
La encomendación o vasallaje era el lazo de unión entre señor y vasallo, que expresaba las obligaciones de ambos. El vasallo debía a su señor fidelidad y dos prestaciones: el «auxilium» o servicio militar, que consistía en acudir con sus caballeros armados en ayuda del señor cuando éste lo requiriese, y el «consilium» que obligaba al vasallo a acudir a la casa del señor cuando era convocado para aconsejarle y, sobre todo, para participar en la administración de justicia. Con el tiempo, las reuniones se redujeron a tres, que coincidían con las fiestas de Navidad, Pascua y Pentecostés. En definitiva, ambas prestaciones obligaban al vasallo a colaborar en la administración, la justicia y el ejército del señor.
En contrapartida, las obligaciones del señor para con el vasallo eran la fidelidad y la protección: debía acudir en defensa de su vasallo siempre que fuese injustamente atacado, defenderle en los juicios y garantizarle la posesión del feudo para su manutención. Cuando el vasallo no cumplía, era declarado infiel (felón) y se le castigaba, si el caso era grave, con la pérdida del feudo. Por el contrario, si el señor no cumplía los compromisos podía ser desafiado, es decir, el vasallo podía retirarle la fidelidad.
El sistema tendió a operar simbólicamente a través de el Acto de Homenaje que consistía en arrodillarse frente al señor y expresar una suerte de plegaria manifestando en ella su deseo de recibir la protección del señor; el acto de fe, juramento de fidelidad ante las Sagradas Escrituras; todo era sellado con el Acto de la Investidura, en el cual el señor investía a su nuevo vasallo, donándole un puñado de tierra u otro objeto que representara la tierra enfeudada.
Este nuevo orden de cosas implicó la transformación de las estructuras económicas,
políticas y sociales en Europa:
Características
Económicas
En materia económica se consolida un sistema autárquico en virtud del cual cada feudo constituye una realidad económica autónoma e independiente La base económica del feudalismo era la Villa su número variaba y dependía de la extensión del feudo.
Características
Políticas
El poder real se ve reducido frente a los señores, quienes acrecentaban sus atribuciones asumiendo la facultad de legislar, administrar justicia, acuñar monedas, percibir impuestos, dirigir sus propias fuerzas militares. En este contexto, se desarrolló una relativa estabilidad política, en la cual se ofrecieron ciertas condiciones de seguridad y paz.
Características
Sociales
La masa campesina estaba compuesta por los Villanos quienes eran hombres libres, sometidos a un señor. Por otra parte estaban los Siervos de la Gleba, quienes estaban adscritos a la tierra y prestaban servicios totales al señor. La nobleza estaba constituida por el Rey, los señores, los vasallos y los caballeros, estos títulos eran de carácter hereditario y se dedicaban especialmente a la actividad bélica. Una de sus acciones más comunes eran las huestes o cabalgadas, consistían en el asalto de los dominios de un señor por otro señor, para la obtención de un botín y la captura del propietario para el cobro del rescate El clero durante esta época jugó un importante rol pacificador. Surgieron movimientos como la Paz de Dios y la Tregua de Dios, que implicaban el amparo en las iglesias y monasterios de los débiles y desarmados y la detención de la guerra durante las fiestas y ceremonias religiosas.
Las relaciones de vasallaje se fueron haciendo más complicadas, pues un señor podía ser, a su vez, vasallo de otro señor más poderoso, y un mismo vasallo podía tener varios señores, lo que hacía difícil el prestar fidelidad a todos, siendo frecuentes los enfrentamientos entre señores y vasallos.


El comercio y las ciudades en la Baja Edad Media
La Ciudad Medieval tiene orígenes diversos; antiguas ciudades romanas con desarrollo de la actividad mercantil e industrial (Pavía, París); Otras nacieron en sectores aledaños a los monasterios (Malinas, Saint Omer); Algunas surgieron alrededor de castillos (Gantes) y otras para servir de refugio (Venecia). A finales de la baja edad media estas ciudades van sufrir transformaciones debido principalmente al desarrollo del comercio y a la disminución de la guerra.
El dinamismo de la actividad comercial tiene su génesis en las Cruzadas (guerras que emprendieron los católicos para liberar los santos sepulcros en manos de Turcos musulmanes), ya que estas introdujeron en Europa nuevos productos y permitieron la activación de las ciudades italianas, las cuales, estratégicamente ubicadas, intercambiaron grandes flujos de productos con oriente, los que posteriormente comercializaban en toda Europa Occidental. Del mismo modo, el auge comercial obligó a muchos señores feudales a colocar ferias en sus dominios, lo que produjo la instalación paulatina de población en esos sectores.
En un comienzo las ciudades pertenecieron al señor, pero será a partir del siglo XI que, muchas de ellas, pasaron a la tutela real, con lo cual el rey comenzó a acumular riquezas provenientes de los impuestos, disminuyendo el poder de los señores. El comercio se desarrolló en dos áreas. Por Europa meridional a través del Mar Mediterráneo que se convirtió en la principal vía de intercambio para las ciudades localizadas del norte de Italia como Venecia, Génova, Pisa, Nápoles, Florencia, Milán, Parma y Palermo. En la Europa Septentrional o el área nórdica, en donde se desarrolló un flujo que se extendía desde el norte de Francia e Inglaterra hasta el mar Báltico.
Con el tiempo esta área pasó a convertirse en la Liga Hanseática donde destacaron las ciudades de Brujas, Gante, Colonia, Hamburgo, Bremen, Londres, París, Lübeck, Magdeburgo, etc. En medio de ambas zonas se desarrollaron las urbes de Lyon, Estrasburgo, Núremberg, Basilea, Augsburg, Lagres, Bar, Troyes, Provins.
Además surgieron nuevos métodos comerciales como la moneda y el crédito que flexibilizaron las relaciones comerciales. También se desarrolló una nueva red de caminos, que abandonó el estilo empedrado por vías de tierra. El comercio marítimo era más rápido y se vio favorecido por el uso de la brújula, el astrolabio y por el perfeccionamiento de las construcciones navales, donde destaca la galera, apta para la guerra y el comercio.
En este nuevo hábitat urbano, las diferenciaciones sociales se estructuraron en torno a la posesión de riqueza. Los grupos privilegiados estaban compuestos por la nobleza urbana, propietaria de gran parte del suelo urbano y de los campos aledaños a la ciudad, estos grupos desarrollaron el oficio militar y ocuparon los cargos de gobierno. A partir de siglo XI emergen con fuerza los artesanos quienes se organizaron por oficios, desarrollaron paulatinamente un corporativismo formando gremios de acuerdo a la actividad realizada. Estas corporaciones realizaban una producción de calidad y tendieron a estructurarse en jerarquías de Maestros, Oficiales y Aprendices. El grupo más representativo de estas nuevas ciudades eran los Burgueses, quienes van a pasar del último escalafón de la sociedad feudal a puestos de privilegio en el nuevo contexto comercial de fines de la Edad Media.
Los Burgueses se dedicaban al comercio, reciben su nombre por que habitaban los Burgos, emplazamientos aledaños a los feudos, pero que con el esplendor del comercio con oriente se van a convertir en el eje dinámico de las nuevas ciudades. Son estos burgueses los que a la postre se van a constituir en el nuevo eje social, político y cultural de la nueva época que se avecina. En este nuevo contexto urbano los nuevos sistemas de relaciones económicas, ya no basadas en la tierra sino en el comercio, van a ir estructurando lo que posteriormente va a ser el Capitalismo.
Los orígenes del capitalismo hay que buscarlos en el renacer de las ciudades. Dos van a ser los principales promotores del capitalismo por un lado el comercio (que a su vez favoreció la industria y las finanzas) y por otro el Burgués, quién será el típico representante de este sistema económico. Movidos por una nueva moral que no tendrá reparos en fijar al afán de lucro como su principal objetivo, los burgueses organizaran un sistema en donde la acumulación de capital y la inversión serán determinantes. La nueva economía impulsará la creación de la banca, que se transformó en el gran financista de las transacciones que comenzaron a operar, se abrieron sucursales por toda Europa y se crearon nuevas formas de pago como la letra de cambio. Además nacieron otras herramientas que dinamizaron la actividad económica entre los que se cuentan los depósitos en dinero y el crédito.

La Era del Imperio Primer año Medio





LA ERA DEL IMPERIO (1875-1914)”
¿Cómo resumir, pues, en unos cuantos rasgos lo que fue la economía mundial durante la era del imperio?
En primer lugar, como hemos visto, su base geográfica era mucho más amplia que antes. El sector industrial y en proceso de industrialización se amplió, en Europa mediante la revolución industrial que conocieron Rusia y otros países como Suecia y los Países Bajos, apenas afectados hasta entonces por ese proceso, y fuera de Europa por los acontecimientos que tenían lugar en Norteamérica y, en cierta medida, en Japón. El mercado internacional de materias primas se amplió extraordinariamente -entre 1880 y 1913 se triplicó el comercio internacional de esos productos-, lo cual implicó también el desarrollo de las zonas dedicadas a su producción y su integración en el mercado mundial. Canadá se unió a los grandes productores de trigo del mundo a partir de 1900, pasando su cosecha de 1891 millones de litros anuales en el decenio de 1890 a los 7272 millones en 1910-1913. (20) Argentina se convirtió en un gran exportador de trigo en la misma época, y cada año, contingentes de trabajadores italianos, apodados golondrinas, cruzaban en ambos sentidos los 16000 kilómetros del Atlántico para recoger la cosecha. La economía de la era del imperio permitía cosas tales como que Bakú y la cuenca del Donetz se integraran en la geografía industrial, que Europa exportara productos y mujeres a ciudades de nueva creación como Johannesburgo y Buenos Aires y que se erigieran teatros de ópera sobre los huesos de indios enterrados en ciudades surgidas al socaire del auge del caucho, 1500 km. río arriba en el Amazonas.
Como ya se ha señalado, la economía mundial era, pues, mucho más plural que antes. El Reino Unido dejó de ser el único país totalmente industrializado y la única economía industrial. Si consideramos en conjunto la producción industrial y minera (incluyendo la industria de la construcción) de las cuatro economías nacionales más importantes, en 1913 los Estados Unidos aportaban el 46% del total de la producción; Alemania, el 23,5%; el Reino Unido, el 19,5%; y Francia, el 11%. (21) Como veremos, la era del imperio se caracterizó por la rivalidad entre los diferentes Estados. Además, las relaciones entre el mundo desarrollado y el sector subdesarrollado eran también muy variadas y complejas que en 1860, cuando la mitad de todas las exportaciones de África, Asia y Latinoamérica convergían en un solo país, Gran Bretaña. En 1900 ese porcentaje había disminuido hasta el 25% y las exportaciones del tercer mundo a otros países de la Europa occidental eran ya más importantes que las que confluían en el Reino Unido (el 31%). (22) La era del imperio había dejado de ser mono céntrica.
Ese pluralismo creciente de la economía mundial quedó enmascarado hasta cierto punto por la dependencia que se mantuvo, e incluso se incrementó, de los servicios financieros, comerciales y navieros con respecto al Reino Unido. Por una parte, la City londinense era, más que nunca, el centro de las transacciones internacionales, de tal forma que sus servicios comerciales y financieros obtenían ingresos suficientes como para compensar el importante déficit en la balanza de artículos de consumo (137 millones de libras frente a 142 millones, en 1906-1910). Por otra parte, la enorme importancia de las inversiones británicas en el extranjero y su marina mercante reforzaban aún más la posición central del país en una economía mundial abocada en Londres y cuya base monetaria era la libra esterlina. En el mercado internacional de capitales, el Reino Unido conservaba un dominio abrumador. En 1914, Francia, Alemania, los Estados Unidos, Bélgica, los Países Bajos, Suiza y los demás países acumulaban, en conjunto, el 56% de las inversiones mundiales en ultramar, mientras que la participación del Reino Unido ascendía al 44%. (23) En 1914, la flota británica de barcos de vapor era un 12% más numerosa que la flota de todos los países europeos juntos.
La tercera característica de la economía mundial es, a primera vista, la más obvia: la revolución tecnológica. Como sabemos, fue en este período cuando se incorporaron a la vida moderna el teléfono y la telegrafía sin hilos, el fonógrafo y el cine, el automóvil y el aeroplano, y cuando se aplicaron a la vida doméstica la ciencia y la alta tecnología mediante artículos tales como la aspiradora (1908) y el único medicamento universal que se ha inventado, la aspirina (1899). Tampoco debemos olvidar la que fue una de las máquinas más extraordinarias inventadas en ese período, cuya contribución a la emancipación humana fue reconocida de forma inmediata: la modesta bicicleta. Pero antes de que saludemos esa serie impresionante de innovaciones como una “segunda revolución industrial”, no olvidemos que esto sólo es así cuando se considera el proceso de forma retrospectiva. Para los contemporáneos, la gran innovación consistió en actualizar la primera revolución industrial mediante una serie de perfeccionamientos en la tecnología del vapor y del hierro por medio del acero y las turbinas. Es cierto que una serie de industrias revolucionarias desde el punto de vista tecnológico, basadas en la electricidad, la química y el motor de combustión, comenzaron a desempeñar un papel estelar, sobre todo en las nuevas economías dinámicas. Después de todo, Ford comenzó a fabricar su modelo T en 1907. Y sin embargo, por contemplar tan sólo lo que ocurrió en Europa, entre 1880 y 1913 se construyeron tantos kilómetros de vías férreas como en el período conocido como “la era del ferrocarril”, 1850-1880. Francia, Alemania, Suiza, Suecia y los Países Bajos duplicaron la extensión de su tendido férreo durante esos años. El último triunfo de la industria británica, el virtual monopolio de la construcción de barcos, que el Reino Unido consolidó entre 1870 y 1913, se consiguió explotando los recursos de la primera revolución industrial. Por el momento, la nueva revolución industrial reforzó, más que sustituyó, a la primera.
Como ya hemos visto, la cuarta característica es una doble transformación en la estructura y modus operandi de la empresa capitalista. Por una parte, se produjo la concentración de capital, el crecimiento en escala que llevó a distinguir entre “empresa” y “gran empresa” (Grossindustrie, Grossbanken, grande industrie…), el retroceso del mercado de libre competencia y todos los demás fenómenos que, hacia 1900, llevaron a los observadores a buscar etiquetas globales que permitieran definir lo que parecía una nueva fase de desarrollo económico (véase el capítulo siguiente). Por otra parte, se llevó a cabo el intento sistemático de racionalizar la producción y la gestión de la empresa, aplicando “métodos científicos” no sólo a la tecnología, sino a la organización y a los cálculos.
La quinta característica es que se produjo una extraordinaria transformación del mercado de los bienes de consumo: un cambio tanto cuantitativo como cualitativo. Con el incremento de la población, de la urbanización y de los ingresos reales, el mercado de masas, limitado hasta entonces a los productos alimenticios y al vestido, es decir, a los productos básicos de subsistencia, comenzó a dominar las industrias productoras de bienes de consumo. A largo plazo, este fenómeno fue más importante que el notable incremento del consumo en las clases ricas y acomodadas, cuyos esquemas de demanda no variaron sensiblemente. Fue el modelo T de Ford y no el Rolls-Royce el que revolucionó la industria del automóvil. Al mismo tiempo, una tecnología revolucionaria y el imperialismo contribuyeron a la aparición de una serie de productos y servicios nuevos para el mercado de masas, desde las cocinas de gas que se multiplicaron en las cocinas de las familias de clase obrera durante este período, hasta la bicicleta, el cine y el modesto plátano, cuyo consumo era prácticamente inexistente antes de 1880. Una de las consecuencias más evidentes fue la creación de medios de comunicación de masas que, por primera vez, merecieron ese calificativo. Un periódico británico alcanzó una venta de un millón de ejemplares por primera vez en 1890, mientras que en Francia eso ocurría hacia 1900.
Todo ello implicó la transformación no sólo de la producción, mediante lo que comenzó a llamarse “producción masiva”, sino también de la distribución, incluyendo la compra a crédito, fundamentalmente por medio de los plazos. Así, comenzó en el Reino Unido en 1884 la venta de té en paquetes de 100 gramos. Esta actividad permitiría hacer una gran fortuna a más de un magnate de los ultramarinos de los barrios obreros, en las grandes ciudades, como sir Thomas Lipton, cuyo yate y cuyo dinero le permitieron conseguir la amistad del monarca Eduardo VII, que se sentía muy atraído por la prodigalidad de los millonarios. Lipton, que no tenía establecimiento alguno en 1870, poseía 500 en 1899. (25)
Esto encajaba perfectamente con la sexta característica de la economía: el importante crecimiento, tanto absoluto como relativo, del sector terciario de la economía, público y privado: el aumento de puestos de trabajo en las oficinas, tiendas y otros servicios.
La última característica de la economía que señalaremos es la convergencia creciente entre la política y la economía, es decir, el papel cada vez más importante del Gobierno y del sector público, o lo que los ideólogos de tendencia liberal, como el abogado A. W. Dicey, consideraban como el amenazador avance del “colectivismo”, a expensas de la tradicional empresa individual o voluntaria. De hecho, era uno de los síntomas del retroceso de la economía de mercado libre competitivo que había sido el ideal -y hasta cierto punto la realidad- del capitalismo de mediados de la centuria. Sea como fuere, a partir de 1875 comenzó a extenderse el escepticismo sobre la eficacia de la economía de mercado autónoma y auto correctora, la famosa “mano oculta” de Adam Smith, sin ayuda de ningún tipo del Estado y de las autoridades públicas. La mano era cada vez más claramente visible.
Por una parte, como veremos, la democratización de la política impulsó a los gobiernos, muchas veces renuentes, a aplicar políticas de reforma y bienestar social, así como a iniciar una acción política para la defensa de los intereses económicos de determinados grupos de votantes, como el proteccionismo y diferentes disposiciones -aunque menos eficaces- contra la concentración económica, caso de Estados Unidos y Alemania. Por otra parte, las rivalidades políticas entre los Estados y la competitividad económica entre grupos nacionales de empresarios convergieron contribuyendo -como veremos- tanto al imperialismo como a la génesis de la primera guerra mundial. Por cierto, también condujeron al desarrollo de industrias como la de armamento, en la que el papel del Gobierno era decisivo.

Historia, Geografía y Ciencias Sociales

Profesor: Santiago Urzúa Lizana

LA TECTÓNICA DE PLACAS

Texto basado en la web http://geologia.igeolcu.unam.mx/academia/Temas/Tectonica/Tectonica.htm

De Gustavo Tolson (Depto. de Geología Regional)

Los datos empiezan a hacer la luz

1) La glaciación de Gondwana hace 280 ma

La expansión de los casquetes polares durante las glaciaciones deja huellas en el registro geológico como lo son depósitos de material acarreado por el hielo y marcas de abrasión en rocas que estuvieron en contacto con las masas de hielo durante su desplazamiento. Restos de una glaciación de hace 280 millones de años se encuentran distribuidos por Sudamérica, África, India, Australia y Antártida. En las reconstrucciones de Gondwana, las áreas afectadas por la glaciación son contiguas a pesar de ocupar lo que hoy en día son distintos continentes. Inclusive las direcciones de flujo del hielo, obtenidas a partir de las marcas de abrasión, son continuas de África occidental a Brasil y Argentina así como lo son de Antártida a India.

2) Rocas similares.

Las distribuciones de rocas cristalinas, rocas sedimentarias y yacimientos minerales forman patrones que continúan ininterrumpidos en ambos continentes cuando Sudamérica y África son restituidos cerrando el océano Atlántico. Por ejemplo, las cadenas montañosas orientadas E-W que atraviesan Sudáfrica continúan cerca de Buenos Aires, Argentina. Los estratos sedimentarios tan característicos de sistema Karoo en Sudáfrica, que consisten en capas de arenisca y lutita con mantos de carbón, son idénticos a los del sistema Santa Catarina en Brasil.

3) Los mismos seres vivos

Estudios de la distribución de plantas y animales fósiles también sugieren la existencia de Pangea. Impresiones de hojas de un helecho, Glossopteris, están ampliamente distribuidas en rocas de África, Sudamérica, India y Australia. La distribución de fósiles de vertebrados terrestres también apoya esta interpretación. La existencia de tetrapodos (animales de cuatro patas) en todos los continentes durante el Triásico es una indicación de que había conexiones terrestres entre las masas continentales, pues de otro modo no habrían podico desplazarse de estar estos separados. En particular la distribución del reptil fósil Mesosaurus en África y Sudamérica, dadas sus características tan distintivas y la ausencia de especies similares en otras regiones es un fuerte indicio de una continuidad entre estos continentes..

Hoy en día la idea de que los continentes actuales estuvieron unidos formando Pangea hace 235 millones de años, y que empezaron a disgregarse a partir del Jurásico, es aceptada con pocas reservas. Examinaremos ahora los mecanismos para la deriva continental.

La tectónica de placas

Después de que los geofísicos habían sido los más asiduos críticos de la hipótesis de deriva continental, es curioso que la evidencia más contundente que finalmente se acumuló a favor de la hipótesis haya sido precisamente de índole geofísica. En los años 30 el geofísico japonés Wadati documentó el incremento en la profundidad de los sismos en función de la distancia tierra dentro hacia el continente. A así, por ejemplo, los terremotos en China y en la costa oeste de Sudamérica son tanto más profundos cuanto más nos internemos en el continente.

Al mismo tiempo el sismólogo Hugo Benioff documentaba la misma variación y resaltaba el hecho de que las zonas de alta sismicidad no estaban distribuidas de manera uniforme sobre el globo terráqueo, sino que éstas se alojaban en fajas más o menos continuas asociadas a algunas márgenes continentales.

Después de la Segunda Guerra Mundial, y en gran medida por razones militares, se desarrolló la nueva ciencia de la oceanografía, durante los años 50. Los oceanógrafos documentaron la presencia de una enorme cadena montañosa submarina en el medio del Atlántico Norte - La Dorsal Meso atlántica- que se levantaba más de 2,000 m sobre los abismos de aproximadamente 4,000 m de profundidad a cada lado. A principios de los años 60 el geofísico H.H. Hess sugirió un mecanismo que podría explicar la deriva continental, basándose en las variaciones topográficas de los océanos. Hess propuso que las rocas de los fondos marinos estaban firmemente ancladas al manto que les subyacía. Conforme se apartaban dos enormes masas de manto, acarreaban pasivamente el fondo oceánico y surgía de las profundidades terrestres material fundido que formaba una cadena volcánica y que rellenaba el vacío formado por la separación de los fondos oceánicos. Si esto fuera cierto, razonó Hess, para evitar un crecimiento indefinido de la Tierra era necesario que en alguna parte de ella fuera consumido material cortical. Propuso entonces que los sitios donde esto ocurría eran las profundas fosas oceánicas que bordeaban algunos continentes y arcos de islas.

En 1963, los geofísicos ingleses Frederick Vine y Drummond Matthews, de la Universidad de Cambridge, publicaron un artículo en la revista Nature donde presentaron datos a favor de la brillante pero especulativa idea de Hess. En este artículo, Vine y Matthews reportaron mediciones de anomalías magnéticas en los fondos marinos al sur de Islandia, obtenidas mediante un magnetómetro muy sensible remolcado por un buque. Los registros magnetométricos indicaban patrones lineales muy claros de anomalías magnéticas positivas (donde la fuerza magnética era mayor que el promedio) y negativas (donde la fuerza magnética era menor que el promedio). Las anomalías magnéticas eran también simétricas con respecto al eje de la dorsal y las rocas tanto más antiguas cuanto más alejadas están del eje.

Esta observación encajaba con la del francés Bernard Bruhnes, quien en 1906 había propuesto que el campo magnético terrestre se invertía más o menos cada medio millón de años. Vine y Matthews concluyeron que las rocas volcánicas de los fondos marinos estaban registrando la polaridad del magnetismo terrestre en el momento de su cristalización; conforme se invertía esta polaridad cada 500,000 años, las rocas que se formaban constantemente en las dorsales oceánicas iban registrando los cambios de polaridad. De esta manera propusieron que la anchura de las franjas magnéticas debería ser igual a la velocidad de separación de las placas, multiplicada por la duración del intervalo de tiempo entre inversiones de polaridad.