domingo, 4 de abril de 2010

Los pueblos germanos Octavo Básico


Los Pueblos Germanos crean Europa

La presión que los pueblos germanos ejercieron sobre las fronteras del Imperio Romano, durante varios siglos, tuvo como consecuencia la fusión de la cultura aportada por estos pueblos con la existente en el mundo romano. Conocer cómo se produjo esta incorporación cultural ayuda a comprender nuestra cultura actual, ya que en este hecho se pueden encontrar las bases de la civilización europeo-occidental.
Los pueblos germanos, llamados por los romanos «bárbaros», procedían del norte de Europa y fueron descendiendo, en sucesivas oleadas, hacia el Sur. Poco a poco, se situaron en los bordes exteriores del Imperio Romano. Estos pueblos tenían una organización muy diferente a la del mundo romano. Constituían pequeños grupos o tribus mandados por un jefe militar que era nombrado por una asamblea de guerreros.
La tribu se gobernaba mediante la costumbre, convertida en ley. Estos pueblos se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y a la ganadería, y apenas conocían la artesanía.
Sus creencias se fundaban en la adoración a las fuerzas de la naturaleza y sus santuarios estaban en el fondo de los bosques. El dios Wotan recibía en el paraíso (Valhalla) a los guerreros muertos. Durante bastante tiempo, germanos y romanos convivieron con relativa calma, pero en el año 476 d.C. invadieron Italia y el último emperador romano fue depuesto por Odoacro, uno de los jefes germánicos.
Los pueblos germanos se extendieron por los territorios que pertenecían al Imperio Romano de Occidente: Galia, Hispania e Italia y formaron reinos. En la actual Francia, la Galia romana, se asentaron los francos y constituyeron un extenso reino, cuyo primer rey fue Clodoveo (482-511 d.C.). Este se convirtió pronto al cristianismo y encontró el apoyo de la Iglesia.
Italia fue invadida por los ostrogodos, después de la caída del Imperio. Su rey más importante fue Teodorico, quien instaló su capital en Rávena e intentó imitar las formas de vida y de gobierno de los romanos. Estos pueblos fueron sustituidos más tarde por otros nuevos invasores, llamados lombardos. La península Ibérica fue el asentamiento de diferentes pueblos desde el año 409. Los suevos, vándalos y alanos permanecieron poco tiempo, pero sometieron al país a continuos saqueos. Los visigodos penetraron en Hispania hacia el año 415, al mando de Ataulfo que actuaba como federado de Roma. A la caída del Imperio Romano, Eurico se consideró como el primer rey visigodo independiente. Alarico fue derrotado por los francos de Clodoveo por lo que tuvieron que instalarse definitivamente en Hispania.
A mediados del siglo VIII, los francos constituyeron un importante reino, cuyo gobierno estaba en manos de los mayordomos, en los que habían delegado su autoridad los reyes francos. Fue uno de estos mayordomos, Pipino el Breve, quien inauguró la nueva dinastía carolingia con la aprobación del papa Esteban II y de los nobles francos.
El hijo de Pipino, Carlos El Grande, Carlomagno, coronado rey el año 768, gobernó ya sobre un extenso territorio, y emprendió una serie de campañas de conquista contra sus vecinos: los lombardos de Italia que, por segunda vez, habían invadido las tierras de la Iglesia, donadas por su padre al Papa; los sajones del Este, dirigidos por Widukind; los musulmanes de la península Ibérica; los bávaros.. En el 795, había conquistado todas las tierras situadas entre la antigua Galia y las otras dos grandes potencias: el Imperio Bizantino y el Imperio Islámico. A partir de entonces, la prudencia aconsejó a Carlomagno iniciar una política de diplomacia con sus poderosos vecinos.
El papa León III le coronó emperador el día de Navidad del año 800. Se convirtió, así, en el primer emperador de Occidente desde el 476.

La obra de Carlomagno
La preocupación de Carlomagno por organizar sus extensos dominios y por el desarrollo cultural de su pueblo, fue constante. Para hacer llegar su presencia a los lugares más remotos, nombró a los missi dominici, “emisarios de su señor”, que actuaban en su nombre. Fijó las fronteras del reino con la creación de marcas, al frente de las cuales estaban los marqueses, y dividió el territorio en condados, en los que el conde era el lugarteniente del rey.
En el 794, hizo de Aquisgrán la capital del reino. Su preocupación intelectual le llevó a reunir en la corte a sabios y poetas. El inglés Alcuino de York dirigió la escuela del palacio, a la que asistían los hijos del emperador y los funcionarios de la Corte Grande. Fue el llamado Sacro Imperio Romano.

El Cristianismo
La difusión del Cristianismo comienza al interior del Imperio Romano. Hitos importantes en este evento son el Edicto de Milán (313) promulgado por Constantino quien establece la tolerancia religiosa en el Imperio Romano y el Edicto de Tesalónica (380), del emperador Teodosio quien con su edicto proporcionó las bases suficientes para que el cristianismo emergiera como religión oficial del Imperio. Con esto el paganismo comenzó a ser perseguido y la Iglesia pasó a participar en los asuntos públicos del poder temporal. Este fue el primer paso para que el cristianismo sea determinante en la conformación religiosa y cultural de Europa y logrará que su visión del mundo fuera el elemento unificador de la Europa medieval.
Luego de la caída del Imperio Romano en el 476, Europa se inundo de pueblos paganos de origen indoeuropeo (germanos), posteriormente estos pueblos se convertirán al cristianismo gracias al ímpetu evangelizador de la iglesia, por lo que pese a sus desiguales desarrollos posteriores compartirán una cosmovisión común basada en su fe cristiana.
El monaquismo, se constituyó en el fenómeno más interesante de expansión y difusión del Cristianismo al mismo tiempo fue una de las principales herramientas para la conversión de los paganos. Introducido desde Oriente a partir del siglo V, sin atenerse a una regla o patrón fijo, se difundieron diversos modelos monásticos en la Europa bárbara. Tal es el caso de la conversión del mundo celta irlandés en manos de San Patricio (389-461). Por otro lado San Benito de Nursia (480-547), en el 529 fundó el monasterio de Casino, donde escribió su regla (534), que daría origen al código ético más importante al interior del clero regular, la regla benedictina que preconizaba un estilo monástico comunitario, moderado, práctico, alejado de los modelos ascéticos e individualistas del Oriente y de Irlanda. La comunidad monástica estaba dirigida por el abad, quien asumía las funciones de padre, admitiendo la clientela de campesinos próximos al monasterio. El monasterio se constituía en verdadero polo de atracción de la vida en la época.

El aporte cultural de la Iglesia
Como se ha esbozado este fue un período de gran trascendencia, ya que La iglesia y el cristianismo transportaron los elementos culturales germanos y romanos sincréticamente al Mundo Medieval. Algunos de los legados culturales de la iglesia son:
Las escuelas monásticas y clericales continuaron difundiendo la herencia clásica. Así los monasterios occidentales enfatizarán la educación intelectual sobre la moral como elemento indispensable para el estudio de las Sagradas Escrituras. De ésta forma, estas escuelas mezclan aportes literarios con la instrucción moral y religiosa.
La escolástica fue la doctrina filosófica en boga en la Edad Media, que utilizó la razón para entender la teología. La Escolástica sustentaba que la razón no se divorciaba de la fe, pues ambas procedían de Dios. En la construcción de este movimiento religioso destaco Santo Tomás de Aquino.
Muchas Universidades fueron creadas o protegidas por la iglesia como la de Bolonia en Italia. Las Universidades permitieron el desarrollo de un tipo de enseñanza superior especialmente en teología, medicina, derecho y filosofía.
La arquitectura Románica y Gótica. El Románico surgió en Italia a finales del siglo X. Las iglesias románicas presentaban un aspecto sólido y macizo, en cuyo interior existía una luz de penumbra que reafirmaba la idea de contemplación y recogimiento. El gótico se desarrollo desde mediados del siglo XII. La expresión clásica fue la catedral, su estructura pretendía simbolizar la fragilidad d humano y su relación con Dios.

La importancia política del papado
El clero ocupó un lugar privilegiado en la sociedad medieval, no sólo porque fue la institución más sólida y mejor organizada de la Edad Media sino que también por la riqueza que concentro y por el dominio que tuvo sobre la cultura. Este poder social también se manifestó en la esfera política, el papado con el paso del tiempo pasó a ser el elemento legitimador del poder temporal de monarcas y emperadores, con lo que consiguió convertirse en un elemento central del juego político. A modo de ejemplo en el año 751 el Papa Esteban II reconoció a Pipino como rey de los Francos a cambio de protección militar. Carlo Magno fue coronado emperador por el Papa León III sellando la alianza política entre el poder temporal y el espiritual. Paulatinamente el accionar político de los obispos que estaban diseminados por Europa se fue acrecentando, iniciándose una serie de disputas con los reyes y príncipes.
Ocurrió que en aquellos lugares donde el poder del monarca era más centralizado el accionar de los obispos estuvo subordinado a él, por lo que muchos gobernantes nombraban personalmente a los obispos de sus dominios. Evidentemente que esta situación afectaba la autoridad Papal, por lo que comenzó un arduo conflicto entre los monarcas y el Papa. ¿Quién debe nombrar a los obispos? Fue en el Sacro Imperio Románico Germánico donde el conflicto entre el poder temporal y el espiritual alcanzó los niveles más álgidos, este hecho que se conoció como Querella de las Investiduras enfrentó al Papa Gregorio VII y al rey Enrique IV. El Papa desconoció la jurisdicción del rey en el nombramiento de autoridades religiosas iniciándose un largo conflicto que terminó resolviéndose por medio del Tratado de Worms en 1122, este estableció que solo la iglesia podía entregar la investidura eclesiástica.

El Islam
Arabia es una península en su mayor Arabia es una península en su mayor parte desértica, habitada hasta el siglo VI por pastores organizados en tribus, que marchaban tras sus rebaños, y por grupos de mercaderes, conductores de las caravanas que atravesaban la península. Fueron estos mercaderes, traficantes de las rutas comerciales entre el Extremo Oriente y el Mediterráneo, quienes iban a iniciar la nueva historia del pueblo árabe. En la ciudad de La Meca, situada en una encrucijada de caminos, establecieron su centro político. El santuario de la Kaaba la convirtió en un centro religioso, al que acudían miles de peregrinos para adorar la famosa «piedra negra», que la tradición árabe asociaba con el judío Abraham.
Mahoma (o Mohamed) nació en La Meca, en una familia de mercaderes. En contacto con los judíos y cristianos conoció la Biblia; le impresionó la idea de una vida futura y comenzó a dar forma a una nueva religión, el Islam (sumisión a Dios), cuyos seguidores se llamaron musulmanes (creyentes).
Los pobres y los esclavos de La Meca acogieron con esperanza las palabras del profeta, pero los ricos comerciantes temieron por sus negocios, que se desarrollaban en torno a las constantes peregrinaciones. Cuando Mahoma prohibió la adoración de ídolos, los dirigentes de La Meca rechazaron la nueva doctrina. Mahoma tuvo que huir de la parte desértica, habitada hasta el siglo VI por ciudad de Medina. Esta huida -la Hégíra-, ocurrida el 16 de julio del año 622, marca la fecha utilizada por los musulmanes como punto de partida de su calendario. Mahoma, se convirtió en el jefe político y religioso de la cada vez más numerosa comunidad árabe-musulmana.
A la muerte de Mahoma en el 632, Arabia era ya, en su mayoría, musulmana. Sus sucesores tomaron el título de califa (sucesor del Enviado de Dios) e iniciaron la expansión territorial. A mediados del siglo VII, Irak, Siria, Persia y Egipto habían sido conquistadas.
Mientras se realizaban conquistas y el botín era abundante, los árabes se mantuvieron unidos. Pero interrumpida la conquista, la anarquía se extendió por el país. Con la llegada al califato de la familia Omeya, procedente de Siria, resurgió el afán expansivo. Los nuevos califas trasladaron la capital a Damasco, en Siria, centro de los países conquistados a los bizantinos. Copiaron de éstos su modelo de organización militar y su administración territorial. Las conquistas Omeyas se dirigieron hacia tres puntos: por el Oeste, conquistaron el Norte de Africa, la península Ibérica y Sicilia; por el Este, consiguieron llegar a la India, y por el Norte, se dirigieron hacia Bizancio, que no pudieron conquistar.
En el 750, una revuelta iniciada en Persia expulsó a los Omeyas del califato. La nueva dinastía de los Abbasidas emprendió la reorganización del territorio y, bajo la influencia persa, el califato Abbasida se transformó en lujo y boato propio de estos monarcas. Trasladaron la capital a Bagdad.

La doctrina Musulmana La religión predicada por Mahoma tuvo una gran difusión entre las gentes sencillas, debido a la fácil comprensión de sus preceptos. Un sólo Dios, Alá, es el dueño del mundo, comunica a los hombres la ley y les dicta su comportamiento. La fe y la sumisión son las bases principales de la religión.
Las raíces de la religión islámica hay que buscarlas en el judaísmo y en el cristianismo; la historia de Alá sigue un esquema dado en la Biblia y la preocupación por el juicio final y la salvación pesa también sobre la conciencia musulmana. Mahoma es un profeta como Jesús, Moisés o Abraham.
La doctrina está contenida en el Corán, libro sagrado que contiene las predicaciones de Mahoma, recogidas por sus discípulos. Es un conjunto de creencias, obligaciones religiosas, reglas de vida social, etc., que los creyentes deben cumplir. Junto al Corán hay otro libro, la Sunna, que contiene las vivencias y pensamientos del Profeta. La interpretación del mensaje religioso de estos libros dio origen a la aparición de dos sectas (sunnitas y shiitas) que tuvieron repercusiones políticas al apoyar respectivamente a los Omeyas y a los Abbasidas.
Los siguientes son las normas de conducta que debe cumplir todo musulmán:
Para el Islam es imprescindible orar cinco veces al día, mirando en dirección a la Meca.
El ayuno completo se practicaba en el mes sagrado de Ramadán.
La peregrinación a la Meca había de celebrarse por lo menos una vez en la vida.
La Guerra Santa se entendía como deber colectivo para conseguir que los infieles aceptaran el dominio del Islam. Fuera de la comunidad de creyentes estaban los infieles, quienes tenían dos opciones: la conversión o la esclavitud.
En otro aspecto se consolidaron prácticas cotidianas específicas en torno a la alimentación, como la prohibición de comer cerdo o bebidas alcohólicas fermentadas, y las relativas a la higiene.

La Cultura
Los árabes crearon una notable civilización, que fue capaz de incorporar elementos griegos, persas y de la India los que posteriormente lograron difundir por la península Ibérica y por el norte de África. El árabe se convirtió en la lengua literaria y común del mundo islámico, este fue un proceso relativamente rápido debido a su capacidad para sintetizar aportes culturales complejos y heterogéneos. Así se explica la multiplicación de las traducciones, la
Fundación de bibliotecas y la divulgación del pensamiento filosófico y científico helénico.
En el plano científico fueron difundidos nuevos elementos del álgebra y trigonometría, como el cero (de origen indio). Consiguieron sustanciales avances en cartografía, medición de meridianos y en el uso del astrolabio. Realizaron nuevas observaciones químicas y médicas. Practicaron la alquimia, desarrollaron la astrología y la magia. Su aporte científico a Europa, entre los siglos VIII al XII, fue particularmente trascendente para la estructuración de la cultura occidental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario